Carlos Alonso nació en Tunuyán, Mendoza, en 1929. Ingresó a la Academia de Bellas Artes de la Provincia en 1944 y su primer premio lo obtuvo en el "Salón de Estudiantes" de 1947. Al año siguiente logró el primer premio en grabado en el Salón "Dante Alighieri" y en 1949 el segundo de pintura y segundo de grabado en el "Salón de Mendoza". En 1950 viajó a Tucum´n, donde estudió con Spilimbergo. En 1951 obtuvo el primer premio adquisición de dibujo "Salón del Norte"; el premio estímulo a la pintura del mismo salón y el primero de pintura en San Rafael. Su primera muestra individual la realizó en la galería "Giménez" de Mendoza en 1952. A partir de entonces se produce una serie de viajes a distintos países de Europa, exposiciones en Buenos Aires y se suceden los premios. En 1957 el primero Emecé para ilustrar una edición de "Don Quijote"; el premio Chantal del "Salón de acuarelistas y grabadores" de Bs. As., el segundo de dibujo del Salón Nacional de Córdoba y la primera mención de dibujo del "Premio Braque. En 1972, en Roma, adhirió al Nuevo Realismo.
-¿Qué te llevó a hacer la autopsia del Che?
-Por primera vez en Latinoamérica tenemos un tema fundamental para hacer un relato, una pintura, una obra de arte. En ese hecho participan, de alguna manera, las fuerzas que van a jugar el destino futuro de Latinoamérica. Por un lado, todas las fuerzas del imperialismo; por el otro, las fuerzas que cooperan dentro de nuestros países y que se preocupan por la liberación. Ese hecho significa, también, lo que en un momento fue el "Guernica" para España, una obra clara, fundamental. Yo lo sentí íntimamente pero no lo podía realizar, porque me parecía que no necesitaba pintarse, que era completo en sí mismo. Hasta que encontré la apoyatura de Rembrandt, una especie de solidez y referencia clásica.
"Con el tema me di cuenta de que era el mismo proceso, es decir, un personaje que había puesto el cuerpo a las circunstancias, una actitud suprema y la misma escena. Sólo que en "La lección de anatomía del profesor Tulp" se estaba analizando, investigando un problema científico y en el otro se trataba de una investigación política.
-¿Qué seguridad tenés de que sea realmente el Che?
-Me parece que al reconocerlo Cuba y Fidel Castro, que tienen una
documentación completa y al crearse un culto, como se ha hecho con muchos héroes populares, para mí es una prueba definitiva.
-¿Qué significa eso de poner el cuerpo?
-Eso nació un poco con "La lección de anatomía" y con la oreja de Van Gogh. Se me ocurría que, en última instancia, lo fundamental es la posibilidad de poner el cuerpo. No un producto que nosotros producimos sino poner el propio cuerpo en las cosas. En la acción o en lo que sea.
-¿Qué recepción han tenido esos cuadros?
-Se quisieron exponer en su salón semioficial, porque lo organizó la Fundación Lorenzutti pero iba al Palais de Glace, con la intención de ofrecer un panorama de la pintura argentina en tres etapas, la primera clásica, una segunda donde estaba yo y después venía la de los jóvenes, con una selección previa en la que quedaron treinta. Envié tres, dos de "La lección de anatomía" y el otro que se llama "Tucumán 1969", donde hay tres niños bastante deformados por el hambre. Un funcionario de la Secretaría de Cultura, Cancedo, cuestionó los cuadros de Guevara porque había personajes con insignias de las fuerzas armadas de países con los que se había perdido las relaciones y eso podía crear problemas. Se terminó con una chicana de que el tamaño de los cuadros no respondía a lo que yo había anunciado en el catálogo. Entonces, diez pintores de los treinta invitados, descolgaron, se adhirieron a mí en rechazo de la censura previa y expusimos en la Sociedad de Artistas Plásticos.
-¿Por qué le das tanta importancia a lo anecdótico?
-En este momento lo único que puede ser un nuevo tipo de expresión es justamente la anécdota. Pienso en cierto enfoque de la realidad, en dar nueva vigencia aunque no sé cuanto tiempo más puede durar este tipo de expresión. Pero para mí es la última posibilidad de introducir una comunicación. Relacionar un hecho real con el lenguaje plástico, incluso tratando de prescindir del aporte estético dentro de lo posible, o sea, hacer el documento, la denuncia, sin querer recrear estéticamente.
Andrés Cáceres