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Nelly Álvarez: De los niños desolados a los frutos de la tierra

Nelly Álvarez: De los niños desolados a los frutos de la tierra

La obra actual de Nelly Álvarez difiere de la anterior, la que se le conoce y caracteriza, debido a un cambio temático. Desde joven, tras el estudio en Mendoza, la inquietaba la finalidad ulterior de su trabajo: qué pintar, a quién dirigirse. Su sensibilidad la llevó a reflejar la realidad, el mundo de hoy, la injusticia, la desigualdad, pero sin exagerar el dramatismo, ya que por intuición y formación consideraba más efectivo decir que gritar.

En Buenos Aires se vinculó con los movimientos de vanguardia y fue amiga de los grandes. Cuando Berni le preguntó por qué no recurría al "collage", le respondió que no lo sentía y el maestro consideró que lo auténtico consiste en hacer lo que se siente. Álvarez no se tentó con las modas y las orientaciones facilistas del mercado, pero también es preciso decir que su obra, de entrada, fue popular y tuvo éxito, de tal manera que su figuración se convirtió en un clásico del arte argentino, lo que llevó al crítico Eduardo Baliari a decir:

"Los chicos de Nelly Álvarez han entrado a formar parte de la historia de las artes plásticas argentinas por derecho de pintura, no por contraseñas de sentimentalismos. Lo que ocurre es que ha logrado la simbiosis perfecta en el terreno de la pureza artística: el tema y su realización".

Nuestra pintora consigue que al espectador le duela el desamparo de sus niños y lo mueve a compasión, porque representa con plasticidad a los pequeños, desprotegidos, solos, pobres, faltos de afecto. En tantos años, sus caritas con ojos grandes y bocas carnosas, a veces con la mirada fija y estáticos, perplejos ante un mundo que no pueden entender -y aquí aparece la crítica social-, están acusando a una sociedad en la cual parecen tener cada vez menos lugar, padeciendo la discordia y el desamor de los mayores.

Cambio de perspectiva

A fines de la década del 80, influenciada por el budismo, convencida de la ley de causalidad, se replantea su trabajo y se pregunta: )no estáre sumando dolor al dolor? )A qué niño ayudo representando niños que sufren? )Por qué no representar lo positivo si tengo ganas de hacerlo? Allí se produjo el cambio. Nació entonces la serie de los frutos, toda un galería que llama a reflexionar sobre la riqueza y generosidad de la madre tierra, sin excluir para nada a los trabajadores y a los niños, pero ahora vistos desde la placidez del campo y sus labores.

Como vivió en zonas rurales de Mendoza, conoce buena parte de los cultivos pero en el caso del arroz, del café y otros de lugares tropicales, buscó asesoramiento y contacto personal, desestimando lo visto en fotos o en el cine. La interpretación tiene que ver con lo típico de cada región, tanto en el atuendo como en los caracteres fisonómicos y siempre algún primer plano donde la planta elegida pueda reconocerse.

Para lograr armonía atenúa algunos acentos, idealiza proporciones y modula los colores hasta convertirlos en una positiva pintura tonal, en un delicado homenaje a la gente de campo, al ámbito rural y a esa vida de contacto directo con la naturaleza, cada vez más amenazada de quedar relegada al pasado.

A pesar de eliminar el dolor, Nelly Álvarez nos hace pensar, esta vez desde la ecología y desde la perspectiva mística de su madurez, es decir, con seguridad de cosechar bondades en el futuro, porque la vida es una y es eterna; y acaso, como ella cree, también eterno sea el hombre.

Nelly Álvarez egresó de la Academia de Bellas Artes de la UNC. En 1955 obtuvo el 31 premio del Salón Municipal de Mendoza; al año siguiente, el 11 del Salón Primavera de San Rafael; en el 64, el IV premio del Salón de la Armada Argentina y premio "Cecilia Grierson" del Salón Nacional; en el 65, el primero de Dibujo en el Salón de San Fernando y en el 66 el primero del Salón Dean Funes. Luego, se abstuvo de participar en salones con recompensas. En 1960 se radicó en Buenos Aires. Realizó varios murales: en 1962 el "América", en Yerbal al 500; en 1983, el "Esperanza", en Juncal 3186 y en 1985, "La ronda", en el nuevo Hospital Nacional de Pediatría "Juan P. Garraham".

En 1978 fue designada Académica de la Academia Di Paesteum, Salerno, Italia. En 1979, con motivo del Año Internacional del Niño, fue especialmente invitada a exponer en Estados Unidos y Francia.