Hijos del fuego con suave olor a pinos.
Dueños de palos colorados de juego.
El dominio del grito en la noche del barrio.
El grito que encuentra al verano
y con la cabeza al sol se cuenta todo el jugo
de tres naranjas a la orilla de la sombra.
Hijos del fuego que persiguen a la leña
por toda la falda de la tarde.
Conversan todos a la vez
con las llamas que huyen traviesas.
La noche descubre que comienza
en sus corridas que la desnudan
y desde alguna ventana
la mira quien añora días de infancia.
Aventura encendida que se va apagando
allí donde se amontona la paja del tiempo.