Procesando...


EL MAR SEGÚN DYLAN THOMAS

De la granja al mar, de su
dorado
trino de manzanas, hay apenas
un prado y un bosque,
que el niño mide con el
viento.
Siente su aliento de estaciones
muertas,
su fatigado golpe en las rocas
y el aire salobre entre sus
labios.
Como un pequeño rey,
se sienta en su trono de piedra
y larga su caña hacia arriba,
al infinito.
El mar y el cielo se unen
a la distancia.
Cierra los ojos y lo respira;
ahí viene, avanzando con su ballena
blanca,
sus naves vikingas y el
perfume
de las noches de Tánger;
con su caballo a la carrera,
con el marino sin taberna
y su ginebra viajera.
Con sus peces dormidos,
con sus algas de espanto,
con su carga de tabaco ausente;
con la seda en penumbra
y la noche ciega de los esclavos.
Cuando abre los ojos, el mundo
de caracolas y de espejos
se abandona en la mañana
eterna.