Sobre la página en blanco
un color puebla y seca flores.
Espada la luz, encrucijando,
corta pájaros en mi sangre.
Abreva jadeante
su antorcha de camaleones.
La llave ha quedado ciega,
y una fécula estelar gotea del grifo
su última vuelta consciente.
Brújula incapaz que va y viene
de la pena,
como si fuera una sequía.
Botella rota de la que saltan anillos
que en mi espumoso barro,
clavan frentes y peces abatidos.
Pulula y mata,
aurora que no puede soportar
ningún rocío;
montón seco de cadenas.
2
Aquí, aquí, aquí,
como último aquí.
Como cuando niño
canté dentro de mi hoyo,
en un primer ordenamiento.
3
Como cuando supe
que la palabra sagrada
iba a nombrarme;
y apresurada,
abierta por otros tantos cuchillos,
su queja amarraría a la rueda
con vientos y raros reinos,
mi camino.