1
Dentro de lo oscuro la niña ensaya muertes perfectas
disfrazada de mujer:
forma una cruz de azufre al abarcar con sus brazos el planeta.
Boca arriba desangrada como extraña imitadora de la Difunta Correa,
mira a las estrellas pastando sobre el alma de Dios:
parece apenas un fémur brillando en la luna,
mientras la noche se convierte en el manicomio de los ojos abiertos.
Sobre el lugar caen hojas sueltas de la Biblia:
¡Vaya a saber quién las arranca en las alturas alejándose!
17
A la oscuridad le abre los ojos para devolverle
la inocencia: brota un hilo de sangre de la puerta cerrada de la iglesia.
Su lengua lame la mano que alivia a las flores vestidas de negro:
junta las dos orillas del mundo y las cose suplantando el haber nacido.
El agua que queda, seca al que en ella se baña:
se asila al agua como a un enfermo mental.
20
Reúne la iluminada a los hijos en la noche indefensos:
les convida de sus pechitos a cada uno una astilla del árbol
que ahorcó al padre; y ahí mismo, entre todos, hacemos de la mesa
un santuario para comernos el silencio. La piedra del ojo
renueva sus hojas, como el sol encerrado en la cabeza de un jardín.