De LA LUZ DE ENTONCES (1963)
Ella tenía un sueño de blusas para el sábado
y yo no lo sabía.
Me deben ese sueño. Yo también se lo debo.
Con la fatiga al hombro, cruzábamos la viña.
Ella tenía un sueño de pollera estampada,
pero yo no sabía.
Andábamos ganando uno que otro centavo:
cierto pan necesario que mi madre partía.
Etelvina Tejada, nos deben ese sueño,
ese trecho de insomnio clavado en nuestra vida.
La andaba atravesando toda la adolescencia
y yo no lo sabía.
Tenía un modo raro de mirarse en la acequia,
pero yo ¿qué sabía?.