REVISTAS
e leído en un libro de hierro esta verdad: "todas las madres dan a luz, nopor la nueve lunas que suceden al riesgo del esposo, sino porque
repiten una palabra que sólo ellas conocen". una palabra mágica. una
palabra que nunca jamás
darán a conocer a los hombres. el esposo decide a la esposa a decirla,
solamente. la empuja a pronunciarla, sin saberlo. y hay esposas solitarias,
no visitadas por el esposo nocturno, que conciben sin hombre:
son aquéllas que llevan en el vientre su niño
hasta la muerte sin darlo a la
tierra ni al viento
ni al desdén, sin conocerlo siquiera. y mueren con
el niño dentro; entonces, a veces, el pequeño abandona el seno, se abre paso
entre la tierra y sale a respirar: ¿no habéis visto, acaso, alguna
vez esa flor blanca junto a algunos sepulcros?
pero muchas más son las que prefieren conocer el rostro del engendrado.
y a la novena luna salen, en fila interminable, hacia el campo, y lo
dejan en medio del rocío. antes se echan y piensan y dicen
la palabra esotérica. esa palabra hace que
comiencen a danzar los pies del niño en el vientre, hasta que todo el
cuerpecillo nada y vuela, como un pez y un pájaro,
en el oxígeno y en la sangre.
algunas veces es necesario repetir la palabra porque el
niño se entretiene viendo saltar el corazón materno, sin poder retenerlo.
pero al fin cierra los ojos fuertemente y comienza a vivir entre nosotros
la esposa lo deja en el rocío.
la lluvia lo lava.
el sol lo calienta
la leche lo nutre
pero yo no puedo revelaros la palabra.
(Revista "Aleph" nº 8, 1992)