Procesando...


Elogio del fuego

Bienhaya el fuego familiar que trueca
en urna tibia la pequeña casa:
bienhaya la brillante y firme brasa
que huele aún a dulce rama seca.

Bienhaya el fuego que en la cumbre hirsuta
y en plena sombra desolada y fría,
da su calor al que lo enciende y guía
a los arrieros por la buena ruta.

Bienhaya la montés llama olorosa
que en los caminos la niñez levanta;
jovial porque el otoño en ellos canta
y quema su alma azul y temblorosa.

Y bienhaya también la brasa fina
que en el horno de adobe es la hechichera
por cuya magia la labor casera
transforma en oro lo que fuera harina.

Bienhaya el fuego milagroso y santo
que en mi alma vive en suave llama pura,
y que brilla en mis ojos y en mi canto
como un coyuyo entre la noche oscura.

(en "Tierra de Huarpes", 1927)