Tú eres el que existe, el que lleva el viento adentro.
Te contemplo desde un hombre.
Todo mi cuerpo es un ojo abierto hacia tí.
Te vuelan pájaros de tu ser, ríos de tí mismo,
te tocas con muchachos, te recorres con viajeros,
te miro cruzar los puentes vestido de peregrino
y desembocar niños de las madres de tí.
Familias de tu amor se hacen de tu cuerpo de montaña una casa.
Para mi querer levantar los techos
cuéntame tus vidas como se escucha un río,
muéstrame tus plazas como se contempla un lago
y ábreme ventanas como se suelta un pájaro.