Yo no había nacido. Referencias
y crónicas oídas al desgaire
mucho después, cuando ya fue aquel aire
épico un humo de reminiscencias,
me golpearon el alma. Yo era chico.
No es explicable que sintiera aquello
con tal fulgor patético. Fue un sello
vivencial que aún me hiere. Lo adjudico
a un orden de misterio que se hermana
con leyes fuera de la cifra humana
y donde el corazón se pierde y trunca.
Quizá luché y morí en aquella guerra
y hoy estoy en Verdún bajo la tierra.
Lástima grande no saberlo nunca.