Arte asombroso el del daguerrotipo:
para y congela el tiempo, y eterniza
lo que luego del tiempo es de ceniza
o de olvido. Sería un anticipo
de la inmortalidad, si ésta existiera,
o del solemne siempre, si guardara
éste un fulgor posible. No es avara
su voz: este cartón me recupera
las formas de mi padre. Aquí su garbo
físico, la escultura donde escarbo
lo desaparecido que persiste
por esta magia: poncho, rostro, estribos,
manos, caballo. Muertos pero vivos.
Así estoy menos solo y menos triste.