I
Recostado en la vieja cama del cuarto del hotel
con las manos cruzadas en la nuca y la mirada vagando
por el techo
espero el momento de salir al pasillo
bajar por las escaleras y lanzarme a la calle
dónde algo extraño y único me sucederá
para permitirme reflexionar sobre cuestiones
importantes.
Me sucede una mujer que cruza los dedos en el ascensor.
Me sucede una mujer que cruza las piernas en el café.
Me sucede una mujer que cruza los semáforos en rojo.
Ella frunce los labios y los pinta
mientras observa el resultado en el espejo retrovisor.
Este incidente me hace reflexionar
acerca del control social que el sistema ejerce en general
y sobre las minorías en particular
y de cómo suelen éstas encontrar maneras o modos de
distraer al enemigo.
Me sucede, en fin, una mujer que va y vuelve del infierno.
Una mujer que imprevistamente gusta de tipos como yo.